La economía argentina y la sociedad en su conjunto perderá en 2023 entre 10.000 y 15.000 millones de dólares en exportaciones agropecuarias, principalmente a causa de la sequía. Estos datos surgen de un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Este mes, la BCR recortó la proyección de producción de soja en un 25% respecto a su estimación previa del mes pasado (lo cual representa 37 millones toneladas) y se espera una cosecha 13% menor a la de la campaña 2021/22. Según detalló el informe de la entidad bursátil, hasta hace un mes se esperaban sembrar 17,1 millones de hectáreas (has) con la oleaginosa, pero solo lograron implantarse 16 millones, 1,1 millones de hectáreas menos que las previstas.
La provincia más afectada por la falta de agua es Santa Fe, donde se han descontado 360.000 has de la intención de siembra original. En tanto, en Buenos Aires el recorte es de 300.000 has, en Entre Ríos de 220.000 has y en Córdoba de 205.000 has.
Si bien en los últimos días se registraron lluvias dispares en las regiones productivas, su impacto sería tardío. Los daños ya estarían consumados, incluyendo pérdidas de superficie, y la posibilidad de implantación de cultivos es con pronóstico reservado, por la fecha de siembra y riesgos de heladas tempranas.
Sequía y presión tributaria
Para el campo, la sequía tendrá un doble efecto en lo tributario, porque a la merma de ingresos se le debe agregar la presión tributaria.
En los últimos días la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) publicó el último Índice FADA, que arrojó un aumento de 5 puntos con respecto a la medición anterior de octubre de 2022: el índice general subió a 67,2% para el promedio ponderado de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol. Esto significa que por cada $100 de renta que genera una hectárea de campo, $67,20 se van en impuestos. En tanto, en el desgloce, la participación del Estado en soja es del 69,3%, en maíz del 60,6%, en trigo del 73,7% y en girasol del 65,7%.
Según explica David Miazzo, Economista Jefe de FADA, como consecuencia los productores comienzan a verse en dificultades para pagar deudas y compromisos.
Una sequía de esta magnitud no sólo es una mala noticia para los productores, sino para toda la Argentina, advierten desde FADA. Por un lado, ingresarán entre 10.000 y 15.000 millones de dólares menos por exportaciones, generando mayores presiones cambiarias que las existentes, ampliando la brecha y generando mayores expectativas de devaluación.
Por otro lado, la sequía le puede restar unos 3 puntos al PBI, ya que se reduce la actividad económica, porque hay menos producción, transporte, industrialización y exportación. Estos efectos se sentirán en mayor medida en los pueblos y ciudades del interior productivo, donde la producción agropecuaria representa la principal actividad económica.
Tipo de cambio y costos de insumos
Es de público conocimiento que el tipo de cambio se ha atrasado respecto a la inflación incrementando los costos de producción, un escenario malo para cualquier actividad exportadora. Sin embargo, desde septiembre de 2022 el ritmo de suba del tipo de cambio oficial aumentó a los mismos niveles de la inflación. Incluso, en los meses de octubre y noviembre, estuvo por encima. Esto demuestra un quiebre en la política de atraso cambiario que se había iniciado en marzo de 2021.
El atraso cambiario se traduce en que costos como las labores y los fletes signifiquen para el productor una cantidad cada vez mayor de dólares. Esto se potencia con otro factor: el efecto del cepo importador, que encarece el precio interno de los productos importados.
El cepo tiene impacto directo sobre insumos claves como neumáticos, repuestos y el precio de los camiones y maquinarias. Es de esperar que en 2023 el cepo importador se profundice, ante el menor ingreso de divisas a causa de la sequía.
En cuanto a los costos de insumos, medidos en dólares, se han comenzado a ver algunos descensos luego de las importantes subas de 2021 y 2022.
En la urea se observa una baja interanual del 26%, aunque aún se encuentra un 70% por encima del precio promedio de 2019-2020. Por su parte, el fosfato diamónico tuvo un leve descenso interanual, aunque también cuesta un 70% más que en el periodo 2019-2020. En tanto, el glifosato, que también había sido uno de los que más aumentó, muestra una caída interanual cercana al 30%, pero aún vale algo más del doble respecto al periodo 2019-2020.
Seguros de crédito como respaldo
Desde CEDASAC advertimos un panorama preocupante producto de la combinación de todos estos factores: una importante sequía que genera menos divisas, acompañada de un cepo cambiario que afecta a la importación de insumos y sus precios, y la presión tributaria que complica al productor agropecuario para terminar la campaña en curso y para encarar la producción con vistas al próximo ciclo.
La inestabilidad económica y financiera en un año de elecciones presidenciales 2023 hacen que debamos tomar los recaudos necesarios mediante la utilización de seguros de créditos y también agotar todos los mecanismos posibles de financiación del mercado.
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