Luego de que el Gobierno decidiera aprobar de manera condicional el trigo transgénico tolerante a sequía de Bioceres, una suerte de grieta se abrió en Argentina. Por un lado, están quienes destacan los beneficios productivos y ambientales de este evento. Por el otro, quienes están más preocupados por las reacciones de países compradores y de consumidores donde, pese a más de 20 años de una historia segura de transgénicos, hay dudas para un producto tan identificado con el consumo directo.